EL HOMBRE QUE NO DABA VUELTO. (Cuento)

 Señores electores, de nuevo ante ustedes, como futuro presidente en las próximas elecciones, recordándoles sus aportes económicos a la campaña, les dejo este caso, que será una de mis prioridades a atender.


EL HOMBRE QUE NO DABA VUELTO. (Cuento)

Gregorio Anduja.2015


En su gran bodega colapsada de artículos olorosos a detergentes, y esencias raras que compra en la perfumería Guaicaipuro, valído de su carisma personal, Viejochú es un bodeguero muy risueño, que entre chistes y bromas va desplegando sus hábitos de acaparamiento y especulación.

 

Desde destapar y probar las bebidas a los niños, no dar vuelto sino caramelos, arreglar el peso, vender por separado productos, que tienen varias piezas, como una jarra y su tapa, es capaz de separar el mango y la cabeza de un boliche para sacar más ganancia, se atreve a pasarle la lengua a los Golfiaos para sustraerles el azúcar, anotar dos veces en el cuaderno lo que fia, por ejemplo "de kilo un pescado y de pescado un kilo" y vender combos, para darle salida a productos que la gente no necesita.


Tiene los clientes cautivos, ha llevado con malas artes a la quiebra a sus competidores y vende de todo desde guaral para trompos, querosen, aguja de vela, veneno de bachaco, pólvora, pescado salado y jaquima de burros. Dicen que arrienda haciendas y abultando deudas ficticias se las queda sin dolor de su alma,


Con estas mañas va creando una situación de encarecimiento de la mercancía y generando una cadena de usura que produce una crisis en las relaciones comunitarias, ya que todo el mundo intenta hacer como él para protegerse. 


El Señor Viejochu, tiene una socia de aspecto respetable, que es el verdadero poder detrás del mostrador. Tiene algunos secretos  que la gente comenta por lo bajo...


Ella hace correr rumores, pues presume de poderes  de pitonisa, y predice la escasez de cosas, lo que le sirve para vaciar la estantería de productos vencidos, aprovechando que la gente anda realizando compras nerviosas. 


Viejochú, remarca los productos y hace argumentaciones extravagantes sobre las motivaciones, que si el dólar el euro, el sencillo, la sequía, el tequila, la luna y el lobo.


Está sobrado, que no se preocupa por la higiene del negocio por eso vende cazabe con pedazos  ruyido por los ratones.


Es tan codicioso, que además tiene un buhonero bajo sus órdenes, que le revende con sobreprecio.


 Más, Viejochú un día, empieza a tener dificultades, cuando una abuela le cae a bastonazos por qué se dió cuenta que el jugo que compra religiosamente para su pastilla, estaba boboseado. Otra señora le reclama que su niño tiene un problema de  parásitos por que recibe mucho caramelos como vuelto. Él la intenta sobornar para que no lo denuncie, ofreciéndole una lata de leche, para ese instante supuestamente desaparecida, con lo que pone en evidencia su acaparamiento. 


_!Hay leche! ¡llegó la leche! Grita la señora con ira de venganza.


E ipso facto se aglomera la gente, algunos intentan adelantarse, otros se fingen paraplégicos, embarazados, y simulan niños en brazos con trapos, otros se dejan llegar podridos para ganar ventaja. Todo se vale.


La reja está que se viene abajo y una que otra patada al mostrador pone en alarmas a Viejochú que intenta defenderse. Ya casi que lo masacran cuando llega el malandro buhonero y hace una apasionada defensa de su jefe, muy convincente, pistola en mano.

_!Puede que especule pero da empleo! Dice


En eso, llega la socia de Viejochú, y éste sensible todavía, la increpa duramente:

_!Por tu culpa! me obligas a remarcar precios, me prestas con altos intereses, me hiciste arreglar el peso y vender productos dañados, me tienes chantajeado,  y te encanta vernos pelear. Yo por hacerte caso perdí el saco y los cangrejos. Tu tienes otros planes con tus cómplices del otro abasto. !Di la verdad!


La socia, intenta un alegato culpando a la bodega del frente, y habla de libre competencia, de cambio, exitos, y defensa de sus intereses, oportunidades de negocios y promesas imposibles. Pero nadie la escucha porque están saqueando la bodega, liderados, por el buhonero testaferro que esa mañana había sacado del empeño el arma y andaba sin una locha partida por la mitad.


Ya limpiado y barrido el local, la abuela dice: 

_Está no era la última cola, de ahora en adelante usaremos este sitio para vender sombrillas, taburetes plegables y alpargatas, porque lo que viene es joropo!

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